CONVENTO DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL
Casi por las mismas fechas, que los Mínimos transformaron la ermita de San Roque, el matrimonio de Miguel Gregorio López y su esposa Martina, levantaron este convento de Franciscanas Concepcionistas (1690). La iglesia responde a esta época y es muy, uniforme en sus cuatro tramos, con la nave y presbiterio cubiertos con bóvedas de medio cañón con lunetos y decoración de estucos. Las pinturas y símbolos marianos del ábside son ya del' siglo XIX.
Lo más valioso son las piezas de: talla y pintura que albergan la iglesia y convento. Lo más valioso es un Eccehomo procesional, vinculado al convento por una leyenda piadosa que señala que ante la imposibilidad de comprarlo las religiosas, la bestia que lo transportaba no quiso caminar y el artista lo regaló. Es un fino trabajo escultórico, con fuerte dramatismo, obra del siglo XVII. De la misma época es una imagen pequeña de San Miguel, que aplasta a un demonio serpentiforme; es obra, de gusto popular, y decoró la hornacina de la entrada a la iglesia. Pictóricamente, lo más valioso es el retablo mayor, estructurado con columnas melcochadas; al centro presenta una exaltación de la Tota Pulchra, flanqueada por seis retratos de las santas mártires Inés y Lucía, y de los religiosos que ensalzaron a la Virgen: San Ambrosio de Sena, San Alberto Magno, San Luis Beltrán y San Ildefonso. Lo más valioso es el lienzo del remate dedicado a San Miguel, presentado con la indumentaria pintoresca de un guerrero según esas series arcangélicas que tanta difusión alcanzaron en España y en el Alto Perú; es hermano de otros arcángeles pintados y guardados dentro del convento, que además de la indumentaria llevan arcabuces. Estos de Calamocha expresan su vinculación a María al colocar en el ángulo inferior de cada cuadro un emblema de significado mariano.