abril 14, 2012

Palacio de Galiana - Toledo


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Palacio Galiana, Toledo


Del caché solo tengo que deciros que es un VIRTUAL y que para poder registrarlo como encontrado deberéis haceros una foto con vuestro GPS, ó a vuestro gps solo si es que no teneis a nadie que os haga la foto ó no queréis salir en la misma, con la entrada a los jardines de este palacio de fondo . Después,cerca de las coordenadas, frente a paseo central del jardín en un poste vertical de la barandilla del paseo,tomad nota del número verde/azul pintado sobre él, pues este número escrito en letras y todas en mayúsculas, será el CC que os permitirá registrar este TC como encontrado.
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"Toledo duerme -no sé si sueña- encaramado en los rocosos y escarpados arribes del Tajo que se lanza desde las sierras que lo regozan en la meseta de Castilla la Nueva" Miguel de Unamuno

Envuelto en un bosquete de cipreses que se yerguen ante el geobuscador este VIRTUAL CACHE, a las afueras de Toledo, en la vega del Tajo, recuperado por el Ayuntamiento para los toledano, olvidado de las tradicionales rutas turísticas, y que un GEOCACHING os presenta, en un paraje que en los tiempos en los que transcurre esta leyenda hubo de ser un vergel paradisíaco, tras la actual estación del AVE y aislado y poco visible por un muro vegetal, se encuentra el que se llamó Palacio de la Noria, Yannat as-Sultan, la Huerta del Rey o, ya en tiempos cristianos, el Palacio o Castillo de Galiana. El castillo de traza mudéjar, todo de yedra revestido, evoca un pasado legendario en el que es difícil separar la realidad del ensueño
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EL GEOBUSCADOR DEBE SABER QUE:
El cauce (ribera+lecho del río) es la ZONA DE DOMINIO PÚBLICO, no puede ser apropiado por propietarios privados y su uso puede estar condicionado por autorización o concesión (obras, extracciones de áridos,…)
Contiguas a esta zona de dominio público, en especial a las riberas, se extienden las zonas de propiedad privada, sujetas a limitaciones y servidumbres.
Las márgenes están sujetas, en toda su extensión longitudinal:
a. A una zona de servidumbre de 5 metros de anchura, para uso público que se regulará reglamentariamente.
b. A una zona de policía de 100 metros de anchura en la que se condicionará el uso del suelo y las actividades que se desarrollen.
La regulación de las márgenes y riberas tiene como finalidad la consecución de los objetivos de preservar el estado del dominio público hidráulico, prevenir el deterioro de los ecosistemas acuáticos, contribuyendo a su mejora, y proteger el régimen de las corrientes en avenidas.
1. Márgenes. Zona de servidumbre (5 metros de anchura desde la ribera)
Las márgenes están sujetas, en toda su extensión longitudinal a una zona de servidumbre de 5 metros de anchura, para uso público.
La zona de servidumbre para uso público tendrá los fines siguientes:
a. Protección del ecosistema fluvial y del dominio público hidráulico.
b. Paso público peatonal y para el desarrollo de los servicios de vigilancia, conservación y salvamento, salvo que por razones ambientales o de seguridad el organismo de cuenca considere conveniente su limitación.
c. Varado y amarre de embarcaciones de forma ocasional y en caso de necesidad.
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Actualmente es el lugar donde muchos novios se hacen las fotografías en el día de su boda, dada la belleza arquitectónica del monumento restaurado. Es posible que el nombre le venga del recuerdo de la princesa Galiana, para quien lo mandase construir muy posiblemente su padre el rey Galafre a finales del VIII o principios del IX, si bien otros creen que esta fue una finca de recreo construida por Al-Mamun, rey taifa de Toledo, y que por recuerdo de los fabulosos palacios que existieron junto al Alcázar se le puso este nombre.
"¡Válame Dios todopoderoso! -decía entre sí-. Esta que para mí es desventura, mejor fuera para aventura de mi amo don Quijote. Él sí que tuviera estas profundidades y mazmorras por jardines floridos y por palacios de Galiana, y esperara salir de esta escuridad y estrecheza a algún florido prado" segunda parte del Quijote en su capítulo LV
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Sería un espléndido jardín botánico y finca de recreo en le siglo XI, ya que se conservan descripciones contemporáneas del lujoso palacio de verano y su alberca, en cuyo centro se levantaba un fantasioso kiosco con vidrios de colores. Quizás su más exquisito refinamiento sería ese pabellón de cúpula de cristal entre labores de oro al que dos leones de bronce echaban las aguas. Éstas caían sobre la cúpula y bajaban cubriendo el pabellón con cortinas líquidas.

“El salón brillaba como si el sol se encontrase en lo alto del firmamento y la luna llena en su cenit, como un corona. Las flores embalsamaban el ambiente y sobre el río los invitados bebían sin cesar. La rueda hidráulica gemía como gimen, heridas por la llama devoradora del dolor, la camella que perdió su cría o una madre al morir su hijo. El cielo estaba regado por las gotas del rocío; los leones ( surtidores de las fuentes) abrían sus enormes bocas para vomitar agua.” Al-Fath b. Jaqan
El ingenio tenía tal precisión que el agua, resbalando dulce y constantemente desde aquella altura, caía por los costados del mismo, y le envolvían por completo, tejiendo en torno de él como una túnica diáfana y cristalina; después, las aguas que caían se mezclaban con las de la albufera, sin que una gota penetrase en el pabellón, ni salpicase a quienes dentro estaban.
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Este lugar estuvo rodeado por frondosos jardines, estanques y fuentes. Aquí estuvo la famosa “clepsydra” construida por Azarquiel, reloj de agua que marcaba las horas según las fases de la luna y perduró hasta el reinado de Alfonso VII, que la desmontó para estudiar su funcionamiento y crear otras…, o Ibn Wafid, médico y botánico que introdujo en España las fresas. Pero lo que realmente nos interesa, además del monumento, son las bellísimas leyendas que alberga. Una de las más conocidas hace referencia a Alfonso VI, rey que reconquistó la ciudad de Toledo:
“Alfonso VI huyendo de su hermano el rey Sancho II de León y de su prisión en el monasterio de Sahagún disfrazado de monje, llegó a refugiarse en Toledo con el rey musulmán Al-Mamum, que le acogió amablemente y le ofreció para su residencia temporal el palacio de Galiana, a las afueras de la ciudad. A cambio, y como acuerdo entre ambos reyes, se decidió que Al-Mamun trataría correctamente al rey cristiano y a sus caballeros, les alimentaría y proporcionaría seguridad, y Alfonso respetaría la ciudad, sería leal al rey y no saldría de los límites de la ciudad sin su licencia, además de ayudarle en cualquier necesidad.
Durante este período, Alfonso llevó una vida tranquila, dedicada a la caza, los paseos por las nítidas orillas del Tajo y las diversiones cortesanas típicas de la época, conversando con los muchos eruditos que el rey Al-Mamum cobijaba en Toledo, y muy sorprendido por el grado de civilización de aquellos a los que consideraba sus enemigos. A pesar de todo, el Rey añoraba la lucha por la defensa de sus derechos por el trono.
Un buen día, Al-Mamun acudió a un ágape organizado por Alfonso en el Palacio. Tras la comida, la conversación entre reyes derivó hacia la importancia estratégica de la ciudad de Toledo, sus notables fortificaciones, las guerras que asolaban la península, entre Taifas, por la reconquista… El rey moro, pensativo, y acompañado de sus consejeros y caballeros salió a los jardines continuando con la conversación, preocupado por los pensamientos del Rey Cristiano. Todos descansaron bajo unos frondosos árboles. La conversación sobre las guerras continuó y derivó hacia la imposibilidad de que Toledo fuera subyugada por la fuerza. Algunos afirmaban que un asedio no rendiría la ciudad, mientras otros afirmaban lo contrario. Otros afirmaron que sería posible la captura de la capital quitándole el abastecimiento por seis años continuados, arrasando los campos que la proveían, los viñedos y los árboles que la rodeaban. Al final, la idea se dio por buena por los consejeros del rey Al-Mamum, y llegando a la conclusión de que sería posible utilizando una gran cantidad de hombres, tiempo y mucho dinero.
Alfonso, al verse sólo había salido al jardín y hábilmente oculto tras unos matorrales había escuchado toda la conversación de los eruditos consejeros del rey musulman, simulando que estaba dormido.
Al-Mamum, de nuevo preocupado por las implicaciones que este hecho podría tener sobre su reinado, se levantó y vio a poca distancia a Alfonso, bajo una sombra y como si durmiera. Preocupado por la posibilidad de que el rey hubiera escuchado las disquisiciones estratégicas de sus consejeros, le entró la terrible sospecha de si realmente estaría durmiendo o habría escuchado toda la detallada conversación. Para comprobarlo y saber la verdad, ordenaría en voz alta, para que Alfonso si estuviera despierto lo escuchara, que le echasen plomo derretido en la mano que tenía extendida. Así lo hicieron los hombres de Al-Mamum… Trajeron el plomo y un fuego en el que lo derritieron. Sólo en el momento en el que el plomo cayó en su mano, horadándola, fue cuando el monarca despertó, lanzando un terrible grito.
La actitud del rey leonés, que no se había inmutado aunque estaba despierto y a sabiendas del plomo que le esperaba, tranquilizó a los musulmanes, creyendo que no había escuchado nada de su conversación. Desde aquél momento se conoció a Alfonso VI como “el de la mano horadada”.
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“La conversación escuchada en el jardín del Palacio de Galiana, que bien le costó una importante herida en la mano, también sirvió años más tarde para que tras un duro y prolongado asedio, Alfonso VI entrase victorioso en la ciudad de Toledo.”
También otras leyendas, aún más terroríficas, se asignan a este espacio denominado “Palacio de Galiana”. Cuenta la tradición que en estos parajes, antiguamente muy frondosos de vegetación, era frecuentado a caballo por el espíritu de un tal Abenzaide, que, herido en su amor propio por no verse apoyado en sus amores con la princesa Galiana, y dando terribles gritos en la noche de la vega toledana, aterrorizaba a cuantos se atrevían a pasar por estos parajes.
Durante el asedio de la ciudad por Alfonso VI en 1084, y recordando su grata estancia invitado por los musulmanes a los que ahora atacaba, y viendo que la caída de la ciudad se retrasaba más de lo calculado inicialmente, se aloja en estos palacios con parte de su corte. Una noche que paseaba por los jardines, se le apareció Abenzaide, que ofendido como fue por los entonces moradores de Toledo, mostró al rey leonés cómo acceder de forma sencilla tras los recios muros de la ciudad, y así conquistarla. Cuenta la leyenda que tras aquella noche, Alfonso VI reconquistó Toledo, la ciudad que se suponía inexpugnable, y entrar en ella con sus hombres de forma triunfal el 25 de mayo de 1085.
El actual palacete de estilo mudéjar magníficamente restaurado, aunque con algunas licencias historicistas es un edificio de planta rectangular, con una gran sala dividida en tres naves, terminados en sendas alcobas. Un cuerpo transversal con patio interior comunica las naves entre sí. Una fachada da la Tajo y la otra a un estanque, que bien puede ocupar el lugar de aquella primera caprichosa alberca. Los restos de la policromía del siglo XIII y las yeserías del XIV atestiguan que el palacio fue reconstruido después de la de Las Navas.
Desde el siglo XVI reciben el nombre actual, en memoria de los fabulosos palacios y jardines que habitaría en el alficén toledano la bella princesa musulmana, legendaria hija el rey Galafre y esposa de Carlomagno.
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“El arzobispo de Toledo, en 1243, habla de los palacios de “Galiena” en Burdeos, y sólo medio siglo después la Gran Conquista de Ultramar habla de los palacios de Galiana en Toledo. En vista de estas dos fechas, afirmaron Milá y Menéndez Pelayo que la tradición de los palacios de la princesa mora nació en Francia y después se transportó a Toledo. Pero veremos más adelante que hay datos que indican que fue al revés.”
¿Quién fue la Galiana que dio nombre a estos parajes? Hay tantos sedimentos superpuestos en la historia de Toledo que es difícil mantener intacto el hilo de la rebusca. Menéndez Pidal es la aguja imantada de los que bucean rincones oscuros de nuestro ayer. Galiana es la mora bellísima de la que se enamoran cuantos la ven, la entrevén o simplemente oyen hablar de ella. El joven Carlomagno, del que no se sabe nada a ciencia cierta hasta que cumplió sus 26 años, fue de estos últimos. Se enamoró de oídas de la bella Galiana. Eso dicen varios poemas épicos del ciclo carolingio. Carlomagno, como El Cid siglos más tarde, también tiene sus fabulosas e inventadas Mocedades. Viene el hercúleo príncipe franco-germano desde su palacio bordelés en la Aquitania a buscar pendencia y arrebatarle Galiana, hija de reyes moros, al gigantesco Bramante (Barvante o Bradamante), musulmán también, que la tiene secuestrada. Descomunal es la batalla que se riñe en el valle Samorial. No solamente vence Carlomagno, sino que se lleva como trofeo la espada Durandarte, cuyo filo mágico garantiza las victorias. Galiana se marcha a desposarse con el vencedor. ¿Carlomagno tendría a partir de ahora una espada cuya hoja había sido templada en aguas del Tajo, incluso superior a la Joyeuse, que figura como suya en el tesoro y mausoleo de Aquisgrán? Don Ramón, minucioso siempre, encontró cerca de Cabañas de la Sagra un valle que se llama Salmoral por estar el suelo salobreño empapado de salitre. ¿Sería esta toponimia tan precisa una prueba de que el autor del poema, francés según algunos, toledano según otros, conocía al detalle los parajes cercanos a la ciudad?. Pero esta historia del Val Salmorial / Vaelmoriale / Val de Moriane será contada en la mejor plataforma de GEOCACHING.

“Lo del moro Bradamante y las armas que hizo en el Valsalmorial, entre Olías y Cavañas, ni lo digo ni lo creo.” Pedro Salazar de Mendoza en el XVII
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Otra versión de Galiana es menos poética, pero quizá más verosímil. La senda Galiana era el nombre que se daba a la ruta que desde Toledo, orillando el Tajo, subía hacia Guadalajara, buscando los portillos pirenaicos en demanda de la Aquitania. Sobre la antigua calzada romana de Lisboa a Burdeos se fue creando una ruta que, con itinerarios algo distintos, llevaba al mismo término. Ese camino, o cabaña ganadera, se llamó la senda Galiana, es decir, la senda de los Galias. Era un segundo camino francés como el que se iba estableciendo en el Norte por los peregrinos jacobeos, el de Santiago, esa inmensa riada cultural y religiosa que fecundó nuestra arqueología y nuestro ser durante la temprana Reconquista.
La situación del Palacio en la Vega del río ha supuesto que, hasta la construcción de las grandes presas, las inundaciones fuesen más o menos frecuentes. En esta imagen de febrero de 1947 podemos ver las ruinas del Palacio de Galiana, al fondo, como un islote en medio de un mar:
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“En el Romancero del Cid (romances 79 y 80) se cuenta que el Rey don Alonso recibió al Cid en los palacios de Galiano, donde celebró Cortes. Y en el mismo Alcázar se celebraron, de orden del Rey don Alonso el Sabio, las justas de una especie de Academia de Astronomía, y allí se hicieron las tablas alfonsinas, según Rodríguez de Castro (Bibl. hist., siglo XII).”
Estos palacios toledanos no tenían otro nombre oficial ni notarial que el de Galiana ya en los primeros años del siglo XIII. En 1210, el rey Alfonso VIII dio al maestre de la Orden de Salvatierra (o sea de Calatrava) uno de los cuatro alcázares de Toledo, y al expresar el privilegio de donación a cuál alcázar se refiere, “dize que es aquel que dizen aver sido Palacios de Galiana, dentro de los muros de Toledo” . Luego, en 1220, Fernando III confirma a la Orden de Calatrava las donaciones de los reyes anteriores, y entre ellas se menciona ese “privilegium de alcazare domorum quae de Galiana vulgari eloquio nuncupantur” . Alfonso X nos habla del “Alcázar de Sancta Fe de los Palacios de Galiana”. Por lo que se puede afirmar que la tradición de los palacios de Galiana nacen el Toledo y no en Burdeos, es más, el Palai de Galiana de Burdeos que cita el arzobispo de Toledo en 1243 pertenecia a un Español.

“En Burdeos recibían el nombre de Palai de Galiana las ruinas del anfiteatro romano de la ciudad, aún grandiosas en el siglo XVI.”
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Estos maravillosos paisajes de la época islámica se destruyeron tras la conquista cristiana de Toledo, habiendo posteriores ataques al Toledo cristiano por parte de los almorávides, cuyos, ejércitos acampaban en la Huerta del Rey. Otra destrucción de la zona se produjo en el año 1212 por los ejércitos cristiano que fueron a la batalla de las Navas de Tolosa y se establecieron temporalmente en esta zona de Toledo. Entre el siglo XIII y XIV se reedificó el Palacio de Galiana en el mismo lugar donde se encontraba el antiguo palacio islámico. Este edificio estaba muy deteriorado en el siglo XIX y mediados del siglo XX. Pero por fortuna en los años 60 los propietarios del Palacio, Alejandro Fernández de Araoz y Carmen Marañón deciden restaurar el edificio, encomendando la dirección de los trabajos al prestigioso arquitecto Fernando Chueca Goitia. En palabras del propio Chueca, en dicha restauración "nada se ha inventado, y sin embargo, eran tantos los problemas, tantas las incógnitas...Hemos querido, ante todo, restituir". Está declarado Bien de Interés Cultural, con categoría de monumento.
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Espero que os guste el sitio que os he querido enseñar al haceros ir ahí, para que vosotros lo pudieseis visitar.
Y como siempre os digo.

Avé Maria Puríssima !

Santa Beatriz da Silva

As Irmãs a seguir

Campo Maior - Portugal

Espanha - Galeria _ Fed. Sta María de Guadalupe

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Brasil - Galeria _ Fed. Imaculada Conceição

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