novembro 04, 2013

El Clero, Las Puras y Las Claras

 

Convento de la Purísima


Tras su toma por los reyes castellanos, la Almería medieval musulmana se transformó en una ciudad conventual con la llegada de tres Órdenes masculinas, a las que se sumó la femenina de la Inmaculada Concepción, pese a que el deseo inicial de Gutierre de Cárdenas, comendador mayor de León y alcaide de la Alcazaba, disponía que fuesen las de Santa Clara. Sin embargo, su viuda, Teresa Enríquez, por razones que sería prolijo detallar, "conmutó la voluntad del Señor Comendador", optando por las primeras, a las que cedió solares y dotó económicamente. El 9 de junio de 1515 firmó la escritura de erección con la abadesa y cuatro monjas venidas de la casa matriz de Torrijos, fundada por Beatriz de Silva. En el mismo monasterio -sometido naturalmente a reformas y edificaciones añadidas- han permanecido salvo los mese del citado episodio de terremotos de 1804.
El historiador Carpente Rabanillo narró las vicisitudes sufridas por estas mujeres de clausura a la vista de un documento extraviado: "Noticia histórica exacta de todo lo ocurrido en el Monasterio de la Purísima Concepción de Religiosas Franciscas de la Ciudad de Almería, desde poco tiempo antes de entrar en ellas las tropas francesas hasta que la evacuaron, siendo Abadesa la R.M. Sor Antonia María de Santa Rosa Esteban de Valera. Año de 1810". Al manuscrito sirve de apéndice unos folios fechados el 15 de junio de 1814. Como consecuencia del estado de guerra, el convento Concepcionista fue refugio, además de las monjas de Santa Clara, de dos profesas Puras y cinco Clarisas de Toledo, más otras "nueve de las Claras del Viso, Provincia de la Mancha, que fue invadida en septiembre de 1809 por las tropas francesas".

A nuestras vecinas no las molestaron hasta que el 30 de mayo de 1810 "se le intimó por el Gobierno y mandó a la M. Abadesa que cesara en un todo la Clausura, quedando por consiguiente todas las Monjas en plena libertad para salir del Convento y establecerse donde más acomodase a cada una, previniendo la citada orden que de ningún modo se llamase ni admitiese a las demás Religiosas que se hallaban fuera; y que saliesen al momento las Novicias, Educandas y Hermanas de Comunidad". Las primeras fueron llevadas a sus casas y las "Hermanas quedaron en el Convento para servir en las oficinas por gracia particular del General francés, aunque con la precisa condición de que vistiesen traje secular y de ninguna manera hábito religioso". En esta situación de sobresaltos y penurias, en la que desembolsaron abultadas contribuciones (doscientos mil reales, sin contar la cebada y trigo entregados; aunque sin incautarles sus haciendas del Río), se mantuvieron mal que bien con la ayuda de presbíteros, canónigos y otras personas principales. Hasta un nuevo oficio del general Ligier Belair conminándoles a que lo desalojaran antes de del 29 de noviembre de ese 1810.

El general y subprefecto visitaron la Casa al día siguiente para registrarla tras la denuncia de que los Miradores "eran una fortaleza inexpugnable donde tenían las Mojas acopiados muchos pertrechos de guerra, para que si las tropas Españolas venían a Almería, pudieran defenderse de los franceses desde el tal baluarte". Pero viendo Belair que era una "falsedad supuesta por los muchos inicuos que le adulaban, para captar su gracia y voluntad, quedó completamente desengañado y enteramente complacido", mostrándose cortés con la abadesa y sin molestarla en lo sucesivo. No obstante, le ordenaron que estuviera prevenida para acoger a la comunidad de Santa Clara; "las cuales verificaron su venida en la noche del día nueve del mes de diciembre y fueron recibidas con todo el obsequio y atención posible, procurando confortarlas y consolarlas en su imponderable pena y aflicción".

Avé Maria Puríssima !

Santa Beatriz da Silva

As Irmãs a seguir

Campo Maior - Portugal

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Brasil - Galeria _ Fed. Imaculada Conceição

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