Toda la manzana -hoy Museo de Santa
Cruz, antigua Biblioteca Pública, y el convento de la Concepción Francisca-
formó parte de los palacios que el rey taifa Al-Mamún (1044-1075) construyó en
el siglo XI, conocidos como los Palacios de Galiana.
De estos fastuosos edificios sólo ha llegado hasta nuestros días una construcción de planta octogonal, que se supone oratorio del rey taifa y, en denominación cristiana se la conoce como capilla de Belén. Está cubierta por una bóveda de nervios que no confluyen en el centro, tomando como modelo las de la mezquita del Cristo de la Luz. Posteriormente sirvió de capilla funeraria para el infante don Fernando, hijo de Fernando III el Santo. Reconquistada la ciudad por Alfonso VI en 1085, estos palacios pasaron a ser patrimonio real y, dada su extensión, fueron progresivamente fragmentados; varios edificios sirvieron como residencia palaciega, pues en ellos nació Alfonso X el Sabio.
La mayor parte de estos espacios fue donada a diversas instituciones, con fines religiosos. Así, el rey Alfonso VI cedió un solar a los francos, colaboradores del monarca en la conquista y repoblación de la ciudad, que fundaron la capilla de Santa Fe, nombre que ha seguido utilizándose hasta la actualidad. El edificio desapareció en el siglo XIII, al ser donado a los caballeros de la Orden de Calatrava, quienes construyeron una capilla, en estilo mudéjar, de la que subsiste el ábside, perfectamente apreciable en uno de los patios del actual museo. Estos caballeros, tras la expulsión de los judíos, se trasladaron a la sinagoga del Tránsito, abandonando el edificio que, temporalmente, fue ocupado por las concepcionistas, de cuyo paso queda un alfarje morisco decorado con las armas de la fundadora, la dama portuguesa Beatriz de Silva. Al mudarse esta congregación a su actual emplazamiento, se instalaron en este lugar las Comendadoras de Santiago (1503), dejando para la posterioridad el claustro, de estilo gótico tardío, la decoración pictórica de la capilla de Belén, objeto de excavaciones en busca de las raíces musulmanas de la ciudad, y la iglesia de Santiago, realizada por Antón Egas y construida entre 1528 y 1537, con una sola nave que fue redecorada enteramente en estilo barroco durante el siglo XVII.
De estos fastuosos edificios sólo ha llegado hasta nuestros días una construcción de planta octogonal, que se supone oratorio del rey taifa y, en denominación cristiana se la conoce como capilla de Belén. Está cubierta por una bóveda de nervios que no confluyen en el centro, tomando como modelo las de la mezquita del Cristo de la Luz. Posteriormente sirvió de capilla funeraria para el infante don Fernando, hijo de Fernando III el Santo. Reconquistada la ciudad por Alfonso VI en 1085, estos palacios pasaron a ser patrimonio real y, dada su extensión, fueron progresivamente fragmentados; varios edificios sirvieron como residencia palaciega, pues en ellos nació Alfonso X el Sabio.
La mayor parte de estos espacios fue donada a diversas instituciones, con fines religiosos. Así, el rey Alfonso VI cedió un solar a los francos, colaboradores del monarca en la conquista y repoblación de la ciudad, que fundaron la capilla de Santa Fe, nombre que ha seguido utilizándose hasta la actualidad. El edificio desapareció en el siglo XIII, al ser donado a los caballeros de la Orden de Calatrava, quienes construyeron una capilla, en estilo mudéjar, de la que subsiste el ábside, perfectamente apreciable en uno de los patios del actual museo. Estos caballeros, tras la expulsión de los judíos, se trasladaron a la sinagoga del Tránsito, abandonando el edificio que, temporalmente, fue ocupado por las concepcionistas, de cuyo paso queda un alfarje morisco decorado con las armas de la fundadora, la dama portuguesa Beatriz de Silva. Al mudarse esta congregación a su actual emplazamiento, se instalaron en este lugar las Comendadoras de Santiago (1503), dejando para la posterioridad el claustro, de estilo gótico tardío, la decoración pictórica de la capilla de Belén, objeto de excavaciones en busca de las raíces musulmanas de la ciudad, y la iglesia de Santiago, realizada por Antón Egas y construida entre 1528 y 1537, con una sola nave que fue redecorada enteramente en estilo barroco durante el siglo XVII.
De este convento, lo único que se
puede observar hoy son sus dos portadas. La de la iglesia, en la calle de las
Armas, data del siglo XVIII; la del convento, en la calle Santa Fe, parece ser
del siglo XVI. En esta última se superpuso el relieve de Santiago Matamoros,
procedente del Hospital de Santiago, que se levantaba junto al Alcázar y que
fue demolido en 1884.
Las
comendadoras, debido a su escaso número, alquilaron parte del convento a las
ursulinas en 1904, abandonándolo en 1935, al instalarse en una zona del
convento de Santo Domingo el Real. Ese mismo año se desató una gran
polémica en la ciudad pues el convento de Santa Fe fue adquirido por el Banco
de España para construir allí su nueva sede. El proyecto eliminaba la iglesia
de Santiago, la escalera de Jorge Manuel Theotocópuli y todo el flanco que
asoma al Paseo del Miradero. Con tal motivo, el retablo fue desmontado y
enviado a Los Navalmorales, el órgano fue colocado en Navahermosa y las
campanas fueron trasladadas a Menasalbas, siendo desechado este proyecto al
estallar la Guerra Civil.
Las ursulinas lo mantuvieron como colegio femenino hasta 1973, y en 1979 fue adquirido por el Estado para ampliar el Museo de Santa Cruz.
Las ursulinas lo mantuvieron como colegio femenino hasta 1973, y en 1979 fue adquirido por el Estado para ampliar el Museo de Santa Cruz.