outubro 03, 2014

La fiesta de la Inmaculada Concepción de María es también la fiesta más popular en la diócesis de Sigüenza-Guadalajara

 

 

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Apuntes para una historia sobre la tradición inmaculista en Sigüenza-Guadalajara ante la fiesta del sábado 8 de diciembre de la Inmaculada Concepción

Jesús de las Heras Muela

El dogma y devoción a la Inmaculada Concepción de María  es el aspecto más destacado de la historia mariana y mariológica de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, que fue adelantado teológico y apóstol constante de esta verdad y misterio.

Los cuatro costados de esta Iglesia local nuestra están impregnados de caminos, ermitas y advocaciones marianas. Su historia es hasta pionera en defender y proclamar los títulos y privilegios de la Madre de Dios. Molina de Aragón y el Cabildo seguntino se llevan la palma. También tienen amplia tradición inmaculista Horche, Guadalajara y Pastrana, entre otros lugares

Las Purezas de Molina

Corría el año de gracia de 1644, cuando, concretamente un 19 de junio, el Señorío de Molina de Aragón hizo solemne voto y juramento de “tener, defender y celebrar la Concepción sin culpa de la Virgen Madre de Dios”

Más de un siglo antes, el Papa León X había honrado a Molina y su iglesia capitular de “Santa María la Mayor de San Gil” con el privilegio de poder celebrar en la medianoche del día 7 al 8 de diciembre una Misa en honor de la Inmaculada. Era el año de 1518. Molina de Aragón conservó, aún después de perder su Cabildo, este privilegio por decreto de León XIII, del año 1883, en la citada iglesia arciprestal. Hoy día esta Nochebuena anticipada es una de sus “honras”, una de sus señas de identidad, que durante tres años pude compartir.

“La Sin pecado”, tal y como es llamada por las tierras frías y entrañables del Señorío, es muy querida allá. Un solemne novenario caldea los ánimos de los molineses hasta la llegada de la gran noche. “Las Purezas” son muestras musicales de este fervor y de esta historia tan unida con el pueblo.

El Salto de la Hoguera en Horche

La localidad campiñera de Horche no le va a la zaga a Molina de Aragón en devoción mariana. Una de sus advocaciones patrias es precisamente la Inmaculada. En el siglo XVI se formó en el pueblo la Cofradía de Esclavitud de la Purísima, compuesta por 12 cofrades que representan las doce estrellas de San Juan en el libro del Apocalipsis. Tras el rezo de Vísperas, en la tarde del día 7 y un ágape fraterno compuesto de sardinas asadas, se encienden doce hogueras que deben ser saltadas por los mozos.

En la mañana del día 8, el día de la fiesta, los cofrades con capa, sombrero y cirio acuden a la Misa Mayor, y por la tarde, nombran Prioste de la Cofradía para el nuevo año.

Los Monumentos a la Inmaculada

Tres grandes monumentos a la Inmaculada, cuales pairones de fe y amor filial, se alzan en esta tierra nuestra. Los dos primeros aluden al año Santo Mariano de 1954, y en recuerdo al Primer Centenario de la proclamación del Dogma de la Inmaculada por el Papa Pío IX. Son los de Sigüenza, junto a la Iglesia de San Jerónimo del Seminario Mayor y el de Molina de Aragón, en el cerro de Santa Lucía.

El 11 de mayo de 1968 el entonces Nuncio del Papa en España, Luigi Dadaglio, junto al obispo diocesano Laureano Castán, inauguro en la Plaza de Santa María de Guadalajara otro monumento. Por fin, en el Año Santo Mariano de 1954, en el camino que va desde Sacedón a la Ermita de su Patrona, la Virgen del Socorro, el pueblo levantó un Vía-Crucis rematado con la imagen de María.

El arte, el claustro, las fiestas

Otras cinco localidades de esta tierra reservan muestras artísticas y de vida religiosa contemplativa en honor de la Inmaculada: Sigüenza, Atienza, Pastrana, Guadalajara y Almonacid.  Las dos primeras conservan dentro de un inigualable patrimonio artístico dos espléndidas capillas bajo esta advocación mariana. Así, la más bella bóveda de la catedral de Sigüenza es la gótica de la Capilla de la Concepción, en el Claustro y cerrada tras la pasada guerra civil. La nave también catedralicia del Evangelio, en sus primeras estribaciones, guarda otro bellísimo espacio dedicado a la Virgen. Es la capilla de combinado y florido estilo cisneriano de la Anunciación, también llamada de la Purísima desde que en 1905, para conmemorar las Bodas de Oro de la definición dogmática de la Inmaculada, se instalará allí una bella talla murillesca de María Purísima en su Concepción. Atienza, por su parte, en la Iglesia de la Santísima Trinidad guarda también como uno de sus tesoros de primor otra capilla homónima.

En 1559, Santa Teresa de Jesús, siempre fémina inquieta y andariega, fundó en Pastrana el Carmelo Descalzo. Pero pronto las desavenencias con la Señora local, la Duquesa de Eboli, frustraron la realidad. En aquella iglesia teresiana, en 1575, se aposentaron monjas hijas de Santa Beatriz de Silva, Concepcionistas Franciscanas, que crearon el Convento de la Purísima Concepción, que ha llegado a nuestros días, como acontece con la iglesia del Carmen de Guadalajara, habitada también por Monjas de la Inmaculada, congregación que hasta 1981 contó con una tercera casa de nuestra provincia, en Almonacid de Zorita, concretamente, en la Iglesia de los Calatravas del siglo XVI.

Un obispo de Sigüenza, defensor en Trento del Privilegio

La historia del Dogma de la Inmaculada es inequívoca muestra de las veces que el pueblo creyente se adelanta a la Definición ex cátedra. Dicho queda que ésta no se produce hasta el 8 de diciembre de 1854, en los primeros compases del dificilísimo ministerio petrino de Pío IX, quien haría de la proclamación, de su significado profundo y hasta de su fecha un emblema durante todo su pontificado, que con 32 años, ha sido el más largo de todos los tiempos.

Tres siglos antes, el aula conciliar de Trento, estudió seriamente el tema, que, finalmente, se pospuso. Era en el primer período del Tridentino, celebrado en la capital del alto Adige entre el 13 de diciembre de 1545 y el 2 de abril de 1547. Concretamente, en la Sesiones V y VI. El tema de estudio era el Pecado Original y la Justificación, médula de la Reforma Protestante. Saber si la Virgen María tuvo o no pecado original surgía, pues, como consecuencia lógicamente el tema debatido. Una de las voces más ardientes en la defensa del Privilegio mariano fue la del cardenal Pedro de Pacheco, entonces obispo de Jaén y entre 1554 y 1560 obispo de Sigüenza.

Pedro de Pacheco había nacido en Puebla de Montalbán (Toledo) en 1488 y antes de llegar a regir la sede seguntina, entre 1554 y 1560, había sido obispo de Ciudad de Rodrigo, Pamplona y Jaén. Era cardenal desde 1546, creado por Paulo III. Fue virrey de Nápoles, y murió en Roma, en 1560, en cuya iglesia de “Santa María de Araceli” fue enterrado hasta su traslado definitivo a la iglesia del pueblo toledano que le vio nacer.

“El Obispo” de Pastrana

El obispo y fraile franciscano Pedro González de Mendoza (1569-1639), hijo de Princesa de Eboli, nacido probablemente en Pastrana, es para esta noble villa alcarreña su “obispo”. Allí vivió, allí fundó un colegio y allí, en la Colegiata, está enterrado. Fray Pedro González de Mendoza, descendiente del Gran Cardenal de España, del mismo nombre, se crió en la corte del Rey Felipe II e ingresó fraile menor en el Convento de La Salceda, del que fue guardián. Posteriormente, fue, de modo sucesivo, obispo electo de Osma, Arzobispo de Granada, Arzobispo de Zaragoza y Obispo de Sigüenza. Rigió la sede seguntina entre 1623 y 1639.

Interesa también fray Pedro González de Mendoza en estos apuntes históricos sobre la tradición inmaculista de nuestra diócesis por su amplia y prolongada correspondencia epistolar con los Reyes Felipe III y Felipe IV, en defensa y en argumentación de las razones por la que se debía solicitar al Papa la definición del dogma de la Inmaculada Concepción de María, tema que inquietaba especialmente a Felipe III ante los planteamientos contrarios que le hacía llegar al respecto su confesor. Muchas de estas cartas -algunas de ellas en texto originales- se conservan en la Colegiata de Pastrana.

Cabildo de Sigüenza y Ayuntamiento de Guadalajara

El 12 de diciembre de 1986 el actual canónigo archivero Felipe Gil Peces y Rata publicaba en el semanario provincial “Nueva Alcarria” un artículo titulado “Los canónigos de Sigüenza y la Purísima Concepción”. En él narra y transcribe un juramento de los canónigos de 1644. Era entonces arzobispo-obispo de Sigüenza Fernando de Andrade y Sotomayor, Rey de las Españas Felipe IV y Romano Pontífice de la Iglesia Católica Urbano VIII, el Papa Barberini.

Este juramento es anticipo de unas súplicas por la Inmaculada Madre del redentor que la iglesia seguntina elevó al Papa Clemente XII, quien estuvo a punto de definir este dogma mariano. La primera de ellas es del entonces obispo de Sigüenza Fray José García y Castro (1727-1746), franciscano, fechada el 12 de octubre de 1732. Ese mismo día la Universidad de Sigüenza, con su Rector, Miguel Falcó, y los catedráticos de Teología y Derecho, Manuel Lázaro y Blas Minayo, hacen lo propio. Por fin, el 17 de octubre del mismo año el Cabildo seguntino eleva una nueva súplica, firmada, primeramente, por su Deán Antonio Carrillo de Mendoza, y que es todo un tratado teológico sobre la Inmaculada Concepción.

Unos días antes, el Ayuntamiento de la ciudad de Guadalajara, entonces perteneciente eclesiásticamente a la archidiócesis de Toledo, y el Cabildo Colegial de Medinaceli, en la provincia de Soria, y obispado de Sigüenza hasta 1955, elevaron sendas súplicas al Romano Pontífice en el mismo sentido. La de Guadalajara va fechada el 7 de octubre y firmada en primer lugar por el Conde Medina y Contreras, y la de Medinaceli está datada el 10 de octubre del mismo año y encabeza su firma el abad de la Colegiata Diego de Buenaventura.

Avé Maria Puríssima !

Santa Beatriz da Silva

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